

No sabemos si Elon Musk es de Almatret, Sils o Xerta. Lo que está claro es que si el Parlamento pica la cresta al empresario universal (por "ingerencias" en las democracias europeas) es porque él es un F5, unrefresh: la actualización de lo que es ser catalán hoy.
El hombre más rico del planeta nace en Sudáfrica. Más tarde se nacionaliza canadiense. Luego estadounidense. Ahora parece ser catalán. El debate Musk en el Parlament responde a uno de los conflictos que tenemos como pueblo, rebaño o cuadrilla de grillos. Por primera vez, en el hemiciclo, se reprueba aquella frase que científicamente se ha demostrado que no es cierta: es catalán todo el mundo que vive y trabaja en Cataluña.
Musk no necesita ser catalán como cohete de ascensión social, pero ha visto que Catalunya es el futuro y que gobernará el planeta, ya que es la tierra del simulacro (fingir tener lo que no se tiene), quien día pasa año empuja, ahora sí, ahora no… Somos un bistec existencial de vuelta y vuelta: carbonizado pero no muerto. Y esto es la tecnología del milagro. Él lo ve todos los días con sus propios ojos.
Musk nuevo catalán tiene su residencia física en Boca Chica (Texas), frente al golfo de México. Allí ve a Cuba. Y ve el futuro en el pasado. Aquí fue a charlar el nacido catalán Néstor Almendros Cuyàs. La Guerra desahució a familia y país en uno de los actos de ilegalidad sideral contra el mayor derecho de la vivienda física y anímica que se recuerda, y aún sin reparar. Almendros es el primer catalán con un Oscar, pero no tiene ninguna calle ni plaza en su país (Comanegra acaba de publicar su biografía: El regreso de Néstor Almendros). De hecho, la mayoría de los catalanes ni saben que existe: prueba absoluta de que es carne de ternera catalana mil por mil. Almendros es el director de fotografía universal. No hay luz en las pelis de los sesenta a los noventa sin él. Pero además pone el foco sobre lo que es ser catalán: "Vuelvo a ser español. Lo cual, para un catalán, es tan falso como el otro (lo de ser cubano)", le dijo Almendros a su amigo Guillermo Cabrera Infante. El papel no cuenta nada, o todo. Porque cómo remachaba: "Mi Rosebud es la lengua catalana". La patria, la nacionalidad, el pasaporte: la infancia perdida. El juguete roto. La ocupación, la sustitución, la negación. -Miembro. A días de estrenar aquel espacio pequeño un ciudadano le dice: "Estaréis sentados tan cerca unos de otros que con un poco de buena voluntad podréis darte bofetadas". los hay que no le abrazarían. empático, poco… Él que enseñó catalán a generaciones de niños. Él que luchó contra las injusticias de izquierdas y derechas catalanas. Las españolas no cuentan porque él era catalán. Sólo obedecía al Parlamento. También en el exilio. Cuando la Gestapo le detiene. Cuando vuelve en 1942. Y abre la puerta y se encuentra a una señora: "Uy, ya hace tiempo que estamos aquí, nos dijeron que este piso estaba libre y nos gusta mucho". Esto es ser catalán. Cuando te lo joden todo. Quizás lo aprendan estos diputados que no defienden ni miran a Catalunya. Sólo miran la pantalla de X (Twitter). Obsesionados con Elon Musk. Sólo por eso ya nos dicen qué es ser catalán… o no.