

No se habla de la generación que acabó con Franco. Sin embargo, a partir de información genética podemos demostrar un hecho determinante. En 1975 aparecía el Frente de Liberación de Cromosomas. Lo conozco de primera mano porque yo estaba allí. Abandoné libremente la playa-placenta, daiquiri en mano, para unirme a la lucha el 13 de julio. Armados de genes, nosotros nacíamos y Franco moría el 20 de noviembre. Nada-hechos, no palabras. Las moléculas de ácido desoxirribonucleico pueden cambiarlo todo.
Recuerdo haber visto a Franco en la tele. Yo tenía semanas, pero ya era un tipo despierto y miraba la pantalla y planeaba hacer saltar por los aires al mundo. ¿Cierto? ¿Falso? Ya saben, la memoria es lo que queda entre el recuerdo y el olvido. La memoria es un cementerio, una fábrica de alucinaciones aceleradas por un sincrotrón de cola industrial. La memoria es saltimbanqui, okupa, arma de destrucción o construcción masiva. La memoria son nada. Caja negra. Ecuación. Misterio. Es raro recordar, es raro olvidar. La vida es rara, pero ella nos sobrevive a nosotros. Hablemos de botánica.
Empezaba en el 2025 y Jordi Grau, en El Punt Avui, se preguntaba por qué Josep Maria Gironella (1917-2003) es un escritor olvidado. El hombre que escribió la supuesta gran novela sobre la Guerra Civil: más de 12 millones de ejemplares vendidos. Un fenómeno planetario: Los cipreses crean en Dios (1953). Uno bestseller maestro sanador-placebo-agua del Carmen. Ahora él (vida nerviosa) y su obra (36 libros) son ya botánica funeraria.
Gironella es un producto del take away letal de la Guerra. Catalán km 0. De Darnius. Padre funcionario de la Generalidad y de Acción Catalana. El chaval acude al seminario. En 1936 ve cómo asesinan a granel en nombre de la revolución arbitraria. Y se vuelve hacia el lado oscuro de la fuerza. Un clásico. Él compró el billete de 1936 pero no el de 1939. En mi casa en 1936 nos colectivizaron las gallinas los rojos y en 1939 nos jodieron los cerdos a los blancos. Somos los atrapados. El jamón salado atrapado por dos rebanadas caníbales. La verdad es una lasaña de capas. Y la verdad siempre tiembla como un niño nacido que tiene frío por la vida.
Necesité de 1975 hasta 2003 para saber algo sobre mí y mi país. Fue cuando leí Incerta gloria, de Joan Sales (1912-1983). Otro joven marcado generacionalmente por la Guerra. Soldado, como Gironella, pero del bando republicano. En 1956 publica Incerta gloria. Novela sobre la Guerra y el momento gen: cuando en la vida parece que todo es posible y todo escapa. Pero si Sales escribe una ficción es porque no puede escribir la realidad. Y la realidad son las cartas que entre 1936 y 1941 se escribe con el poeta Màrius Torres. Sales lo cuenta todo. Pero no se pueden publicar por la censura hasta 1976.
Las cartas son el gen, la base, deIncerta gloria. La ficción sirve para simular y explicar la realidad. Entre Incerta gloria y Cartas a Màrius Torres está la historia y la memoria de una inmensa mayoría de atrapados de la Guerra. Las verdades y mentiras de 1936 y 1939. Un país atrapado entre la realidad y la ficción. Entre el obsceno y el macabro; entre el rojo y el negro; entre Cataluña y España. Por eso se olvida Gironella. Por eso vive Sales. Franco es una persona, el franquismo un contenido viral. Franco murió, el franquismo no. Y todavía estamos aquí: entre unos y otros. Entre la realidad y la ficción. Entre lo que queda.