Hoy hablamos de
Pasaje de las Manufacturas, que une la calle Trafalgar con Sant Pere Més Alt.
25/02/2025
Director adjunto en el ARA
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Barcelona tiene 73 barrios, algunos grandes desconocidos. Barrios en los que viven quizá 20.000 personas. Cada uno con su idiosincrasia, su historia, su gente. ¿Alguien sabe dónde está Sant Genís dels Agudells? Suena en pueblo del Pirineo, ¿no? Pues no, está en la falda del Tibidabo. En el corazón de la ciudad también hay quienes pasan discretamente. Por ejemplo el barrio de Sant Pere, que quizá le suene por el triplete de calles paralelas de Sant Pere Més Alt, Mitjà y Més Baix. ¿Sabéis algo más? Estas calles sinuosas son el núcleo de un sector de la ciudad antigua, de vías estrechas y húmedas, de olores intensos, de memoria densa pero olvidadiza. Hacen frontera por arriba con el señorial Eixample. Seguramente es el sector del Gótico menos gótico, menos acaramelado, y sin embargo más medieval. Forma una unidad con Santa Caterina y la Ribera. Los turistas tienden a ir hacia los dos últimos. De la parte de arriba no suelen andar más allá del Palau de la Música.

Si desea sumergirse en la vida de San Pedro ahora puede hacerlo de la mano de la novela El pasaje de Maria Carme Roca, premio Santa Eulalia 2025. Os transportará a finales del siglo XIX al XX, cuando Barcelona daba el salto a la modernidad, caían las murallas y la ciudad iniciaba el camino cosmopolita que nos ha llevado al momento contradictorio en el que estamos hoy, aturdidos de tanto éxito. El pistoletazo de salida fue primero el Plan Cerdà y después la Exposición Universal de 1888 donde había habido la infame Ciutadella, vecina de Sant Pere.

Menestral y preindustrial, de talleres textiles –bordadoras, sargadoras, planchadoras–, de oficios perdidos, de bullicio humano y comercial, San Pedro era una confluencia de clases sociales. Este carácter mixto se ha mantenido. Hoy la mezcla es a la vez de niveles económicos y de culturas: encuentras desde oratorios musulmanes hasta talleres de artistas, desde lujosos pisos turísticos hasta infraviviendas donde malviven recién llegados inmigrantes. Para que se me entienda, ravalea, pero es más tranquilo y solitario que el Raval. Cada mañana lo atravieso por ir al trabajo, normalmente en bicicleta. Si llueve lo hago a pie y es entonces cuando paso por el pasaje que da título al libro de Maria Carme Roca, una autora que a base de trabajo y de años se ha hecho un hueco en la literatura catalana. Nacida en la judería, para ella Barcelona es algo más que un escenario literario: es su intimidad vital.

El pasaje en cuestión, dicho de las Manufacturas –había tenido otros nombres–, va de Trafalgar –antes calle del Hort d'en Favà– en Sant Pere Més Alt. Tiene unas escaleras de bajada que te transportan en el tiempo: del siglo XX al XIX y más atrás. Hoy la mayor parte lo ocupan un hotel –Urban– y un restaurante –Flash & Kale Passatge–. Hace un par de décadas estaba lleno de tiendecitas y talleres decadentes, todo muy chabacano. Aún ahora, en la entrada por Trafalgar, algunos días se instala una florista, recuerdo del pequeño comercio de otro tiempo.

Pasaje de las Manufacturas en Barcelona.

El pasaje lo construyó en 1878 el industrial textil Joan Cirici. Maria Carme Roca le ha insuflado vida y memoria. Y le ha hermanado con el otro pasaje cercano que conecta las mismas calles: la de Sert, más señorial. La protagonista del libro es Regina, una huérfana que acaba sirviendo en casa de los Sert, donde el hijo pequeño, Josep Maria, futuro pintor muralista, es el rey de la fiesta. Como aquella Barcelona que despertaba y se abría en el mundo, Sert acabaría triunfando en Estados Unidos, decorando con su característica grisalla historiada el Rockefeller Center y el hotel Waldorf-Astoria de Nueva York. También la catedral de Vic y el Salón de Crónicas del Ajuntament de Barcelona. Por cierto, no lo confunda con el Sert arquitecto, Josep Lluís, su sobrino, más de izquierdas y artísticamente racionalista. Autor de la Fundación Miró, que fue durante años factótum de la arquitectura mundial como decano de Harvard, en Boston.

Los Sert salieron de Sant Pere, de aquella Barcelona que rompía las propias costuras, la de la Renaixença y el Modernismo, la de los coros corales y el teatro, la del anarquismo y Torres i Bages, la del catalanismo y el higienismo. De allí venimos todos.

Maria Carme Roca
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