El dinamismo de la economía catalana depende, sin duda alguna, de su tejido de pequeñas y medianas empresas. Pero hay que recordar que, como en todas las economías, este tejido necesita también empresas grandes que lo fortalezcan y que impulsen el dinamismo. Sin olvidar que el efecto de las grandes empresas será tanto más importante cuanto más cuenten en Catalunya con unidades corporativas nucleares: las que generan los mejores sueldos y que, típicamente, no trabajan solo para el mercado catalán. A su vez, si una gran empresa tiene su base principal en Catalunya –prefiero no focalizar en el concepto legal de sede–, es probable que tenga en Catalunya una buena parte de estas unidades corporativas.
Entre las empresas grandes con base principal en Catalunya las hay que cotizan en bolsa y las hay que no. Creo que por muy buenas razones –en particular la de encontrar un buen equilibrio entre la necesidad de dimensión y la minimización del riesgo financiero de los inversores– la tendencia de fondo es que las grandes empresas acaben cotizando, aunque nada es automático. Entre las que cotizan se encuentra un subgrupo muy notorio: las empresas que han entrado en el Ibex 35, las grandes entre las grandes. En este artículo me dirijo a este subgrupo.
A mi juicio considero que en el Ibex 35 tenemos siete empresas de las que se puede decir que tienen la base principal en Catalunya: CaixaBank, Cellnex, Colonial, Fluidra, Grifols, Puig y Banc Sabadell. No incluyo a Naturgy, por más que sea heredera directa de Catalana de Gas. De las siete, tres (Fluidra, Grifols y Puig) tienen su sede legal en Catalunya. Es interesante observar que de las escasas cuatro empresas del Ibex 35 que producen bienes de consumo, dos son catalanas (Fluidra y Puig). Las otras dos serían Inditex y Rovi.
La composición del Ibex 35 va variando de acuerdo con criterios bien establecidos. Almirall, por ejemplo, ha entrado y ha salido. Hace muy poco entró Puig por la puerta grande. Puig no es solo una empresa grande sino una gran empresa que ha sabido posicionarse muy bien en un mercado –el del lujo– donde la identidad europea es una ventaja comparativa en el mundo. Nos lo revela, por ejemplo, el hecho de que la segunda empresa europea con mayor capitalización en bolsa sea Louis Vuitton, la empresa modelo para Puig (la primera es Novo Nordisk, del sector farmacéutico).
¿Cómo evolucionará la presencia de Catalunya en el Ibex 35? A corto plazo dependerá de cómo se resuelvan las perspectivas de opa a dos empresas: Banc Sabadell y Grifols. Veámoslo:
Banco Sabadell. Por la lógica de mercado o por la lógica de la regulación cabe esperar que la opa hostil del BBVA sobre el Banco Sabadell no culmine. Es cierto que en una economía de mercado solo en situaciones especiales y bien normativizadas las autoridades deberían considerar la posibilidad de contradecir posibles dinámicas del mercado. Pero el sector financiero es especial, por lo que está plenamente previsto y normalizado que la autorización de los reguladores sea una parte integral del despliegue de una opa, lo que cabe suponer que las autoridades –españolas, catalanas o valencianas– tendrán muy presente. Se trata de dos instituciones financieras solventes y potentes y no está claro qué beneficio sacaría la economía española globalmente considerada de la fusión. En cambio, el efecto sobre la competencia, y por tanto en el servicio a los ciudadanos y las empresas, solo puede ser negativo. El bien común importa. Si no hay beneficio social, ¿por qué la luz debería ser verde?
Grifols. Aquí es el socio principal y fundador, la familia Grífols, desplazada de la gestión, la que parece que podría promover la opa y la exclusión del mercado de valores. Confieso no entender completamente la justificación de una medida que, dada la historia reciente, creo que será problemática. En cualquier caso, si debo encontrar una debería ser en el marco de una operación de salida del capital familiar. Si es así, temo que, perdido el anclaje que proporcionaba la familia y dada la importancia del mercado estadounidense para la empresa, la presencia de servicios centrales en España tenderá a bajar. No sería la primera vez: Danone y la Hispano-Suiza nacieron en Barcelona, pero se convirtieron en francesas. Puede pasarle a España también con Ferrovial.