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Jóvenes informándose en Instagram y alarmismo de salón

23/02/2025
2 min
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Un informe del Parlamento Europeo constata que para los jóvenes de 16 a 30 años, las redes sociales se han convertido en la principal fuente de información sobre cuestiones políticas y sociales. Es la clásica estadística que permite ponerse las manos en la cabeza, decir que las nuevas generaciones tienen el cerebro frito y hacer algo de escándalo de salón. Pero deberíamos ser conscientes de que "informarse por Instagram" no significa nada, al igual que "informarse por la televisión" tampoco quiere decir nada: ¿Qué tiene que ver mirar el Más 324 de Marina Romero con Horizonte de Iker Jiménez? Pues lo mismo con las redes. Instagram no publica contenido. Es tan sólo un contenedor en el que están, por cierto, los medios de comunicación. Y también usuarios que comentan noticias que han leído en medios de comunicación.

Jóvenes mirando el teléfono móvil.

Dos meses al año doy clases a poco menos de un centenar de alumnos de primero de la UPF. No son la media de nada –si es que existe– pero sí cumplen el tópico: las redes son una de sus fuentes de información. Pues bien, después de leer sus trabajos, y de escuchar las intervenciones en clase, siempre vuelvo a casa tranquila: tienen un pensamiento articulado y están a cuento de los debates globales. Y lo están tanto o más de lo que lo estábamos treinta años atrás los de mi generación cuando llegábamos a la facultad. Instagram tiene múltiples peligros, desde la desinformación hasta la promoción de comportamientos autolesivos, pasando por la excesiva fragmentación en detrimento de la capacidad de concentración. Pero no se puede descalificar al por mayor sólo para alimentar a un cliché. Los medios deben estar ahí, y estar de manera atractiva, hablando su lenguaje; que ante ese escaparate infinito tengan una opción basada en el rigor y la honestidad, capaz de hablar de lo que les interesa. Porque los demás también estarán.

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