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A pie de página

Pronombres débiles: manos arriba, ¡esto es un atraco!

Una radio.
14/02/2025
3 min
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Esta semana que hemos celebrado el día de la radio he recordado que, cuando era pequeña, jugaba a hacer programas, con sintonías y toda la pesca. Me había inventado el nombre de una emisora, Radio Cataplasma, que, incomprensiblemente, nunca ha utilizado nadie. La radio es el medio en el que me estrené como periodista, es donde quería trabajar. Empecé a aprender el oficio, y tantísimas cosas más, en parte porque tuve la inmensa suerte de compartir con Joan Barril y un equipo de gente fantástica los cinco años que duró el programa La República en COM Ràdio. Aún recuerdo el orgullo que sentí la mañana que un taxista me reconoció por la voz: "Eres Anna Guitart de La República? Aquest Rai amb qui parlaves per telèfon, és el Rai Barba?" Em va explicar que ens escoltava cada matí, que ens coneixia a tots, i sentir-me part d'allò va ser molt especial.

Ara que no és la meva activitat professional principal, la ràdio segueix formant part de la meva vida, perquè l'escolto sempre que puc. Encendre-la és una de les primeres coses que faig quan em llevo, i me la poso cada cop que he de fer un trajecte, mentre faig el sopar o quan em rento les dents. Li trobo totes les gràcies, i només un inconvenient: em fa parlar sola. Els comentaris d'alguns tertulians em fan exclamar, i em trobo insultant en veu alta els protagonistes d'algunes notícies (especialment, des que Trump torna a ser president). També, ho reconec, a vegades em poso nerviosa amb alguns periodistes: "A veure, una cosa: si no l'has d'escoltar, no l'entrevistis!" D'altres em semblen boníssims, i a menudo me encuentro diciéndome, también en voz alta, "qué tía tan buena", o "qué pregunta tan interesante". Sin embargo, he detectado que hay algo que me saca de quicio por encima de todo: los anuncios. Me enfada lo mal que llegan a tratar la lengua, algunos, hasta el punto de que llegan a dañar las orejas. Uno habla de la factura de la luz, que tiene como locutor a un señor que no sabe pronunciar la doble ela. Él cree que dice, tres veces seguidas, "luz, luz, luz", pero en realidad dice "ium, ium, ium". Yo tampoco sabía decir la doble ela, pero como quería dedicarme a la radio, pasé por una logopeda. ¿Quieres decir que, si quieres ser locutor, no valdría la pena saber pronunciarla?

Siguiendo con el carácter cascarrabias del artículo, añadiré que los que más me molestan son los anuncios que se dejan los pronombres débiles. Hay otro donde también repiten tres veces una frase (debe estar estudiado): "Compras dos y te llevas tres". No "te llevas tres", no, "te llevas tres". No puedo soportarlo. Sólo es un ejemplo, pero ocurre en muchos anuncios. Nos parecía que lo de los diacríticos era un robo, pero el auténtico atraco es el de los pronombres débiles. Sé que son difíciles, todo el mundo lo dice cuando se pone a aprender catalán, pero los hablantes habituales nos les dejamos cada vez más. Hace poco, me encontré diciendo a mi hijo: "Hay galletas. ¿Quieres?" ¡Uf, qué rabia me hice! Debemos vigilar, porque es como una plaga que se va extendiendo. Todos tenemos una parte de responsabilidad, también los medios. Sentir recurrentemente anuncios que les ignoran no ayuda. Estimados publicistas radiofónicos, por favor, coloque un corrector en sus campañas. Ponga un corrector en sus campañas. Ponga un corrector en sus campañas. A ver si escribiéndolo tres veces funciona. Muchas gracias.

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