¿En la escuela sin móvil?

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Diferentes personas mirando las pantallas del móvil en una imagen de archivo

Estas últimas semanas hemos visto bastantes noticias, y muchos debates, sobre cómo regular la utilización de los móviles en las escuelas. Hemos visto una gran cantidad de opiniones diferentes, e incluso totalmente contradictorias, de alumnos, maestros, padres y madres y personas competentes en los campos de la educación y de la salud. Yo tengo mis ideas, pero no me siento suficientemente conocedor para aportar más al debate. Quiero, en cambio, aprovechar esta circunstancia concreta para dedicar el artículo a hacer ver cómo el caso de las escuelas, que no es el único ni seguramente el más importante, nos puede servir mucho a todos, adolescentes y adultos, para reflexionar y saber cómo debemos prepararnos y actuar en la actual e importante introducción de la tecnología en nuestras vidas personales y sociales, a fin de aprovechar sus grandes ventajas y evitar sus posibles peligros.

1. Utilización de las herramientas. Una de las cosas que siempre ha contribuido a nuestro bienestar es la posibilidad de acceder personalmente a utilizar herramientas que, basadas en nuevos conocimientos, la tecnología ha ido creando a lo largo de la historia. Utilizo la palabra "acceder" porque no necesariamente significa ser "propietario" de la herramienta, sino poder servirla. En el caso de móviles, está justificada la propiedad individual; en otras muchas herramientas no es así y la sostenibilidad haría pensar más en propiedades colectivas, en propiedades públicas o en “derechos de uso”.

Las herramientas son un elemento muy valioso para nuestras vidas, pero eso no quita que puedan ser utilizadas para fines claramente malos o que su utilización pueda tener inconvenientes o representar peligros para quien los utiliza. Todo esto implica que el acceso a la herramienta no puede estar totalmente abierto siempre y para todos. Puede estar condicionado a que se esté preparado para utilizarla, y puede estar limitado para algunos fines y prohibido para otros. Estas limitaciones pueden deberse a una autoprotección o pueden servir para evitar utilizaciones que perjudiquen a terceros o pongan en peligro el bienestar general. En el caso de los móviles en las escuelas, podemos encontrar razones de ambos tipos: autoprotección y evitar problemas para otros.

2. Capacidades, responsabilidad y regulación. Cada vez es más evidente que para conseguir que la invasión de la tecnología en nuestras sociedades mejore el bienestar de las personas, estas tres palabras tienen un papel muy importante.

En relación con las capacidades, es necesario que las personas sepan utilizar las nuevas herramientas que van apareciendo, y esto debe tenerse en cuenta a la hora de pensar en los contenidos y la organización del futuro sistema educativo, tanto en la educación inicial como en la cada vez más necesaria educación a lo largo de la vida, en otros ámbitos fuera de las escuelas. Se debe potenciar en las primeras etapas de la vida la utilización responsable de las nuevas herramientas, y se deben ir actualizando las capacidades personales de las personas para evitar la exclusión o las excesivas dificultades de las personas mayores para poder seguir aprovechando sus oportunidades.

La responsabilidad de las personas tiene dos dimensiones: en primer lugar, la que nace del mismo convencimiento y la valoración de las consecuencias de sus actos en relación con ella misma o con los demás y, por tanto, la voluntad de actuar de forma que no sea perjudicial para ninguno de los dos; en segundo lugar, la que se deriva de tener que observar y actuar de acuerdo con las normas derivadas de las distintas regulaciones establecidas por las autoridades competentes de tipo político o socioeconómico. Es evidente que cuando ambas dimensiones coinciden, la responsabilidad es muy fácil y está casi asegurada, pero de lo contrario debe haber unos elementos de imposición del cumplimiento y de castigo por el no cumplimiento.

Y finalmente, la regulación. Es una de las tareas fundamentales de los poderes públicos, que tienen la obligación de velar por el mantenimiento y crecimiento del bienestar de todos los que conviven en la sociedad que les ha nominado y dado el poder. Tienen que actuar a partir, al menos, de tres principios: a) Buscando el bienestar general, establecer medidas relacionadas con la tecnología que permitan evitar las desigualdades excesivas entre las personas, asegurar unos niveles mínimos y máximos de bienestar y evitar la exclusión. b) Saber encontrar límites a la regulación para evitar una excesiva intromisión en la libertad personal y los derechos privados, pero sin olvidar la posibilidad de realizar las recomendaciones pertinentes. c) Prevenir, si es posible preverlo, pero en cualquier caso no tardar demasiado en la implementación de la regulación respecto a los momentos en que se introducen y se expanden las nuevas herramientas. Cuanto más veloz es esta introducción, más difícil es la actuación reguladora, pero más importante es que sea rápida y coordinada.

Acabo volviendo un momento a la escuela. Se trata de tecnologías nuevas relacionadas con la información y sus herramientas (móviles, tabletas, inteligencia artificial...). ¿Cómo distribuir, hacer compatibles y coordinar para mejores resultados, las responsabilidades de alumnos, maestros, direcciones de centros, familias y departamentos de Educación de los gobiernos? Todos están obligados y es necesario que lo resuelvan conjuntamente.

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